Cómo manejar los celos entre hermanos

Cuando la familia crece al recibir un miembro nuevo, la alegría y el festejo predominan entre la mayoría. Pero los y las niños que pasan a ser hermanos o hermanas mayores quizás no reaccionen de forma positiva ante esa noticia.

Por lo tanto, los celos entre hermanos y/o hermanas pueden volverse un gran problema. Para evitar que eso ocurra, es necesario que los padres y madres les enseñen a manejar esas emociones apropiadamente.

Cómo detectar los celos entre hermanos

Los celos adaptativos tienen una duración temporal y es normal que aparezcan cuando los y las niñas se enfrentan a una situación nueva. Por el contrario, los celos patológicos se prolongan y se manifiestan de distintas maneras. Las señales más frecuentes son:

  • Conducta desobediente, indiferente o rebelde.
  • Conductas alimentarias negativas.
  • Actitudes agresivas.
  • Problemas escolares.
  • Sensibilidad, trastorno del sueño, desconfianza, aislamiento y/o ausencia de comunicación.
  • Conductas regresivas, como incontinencia nocturna, habla infantilizada y más.

Sugerencias para prevenir que haya celos entre hermanos y hermanas

Algunos de los pasos que se pueden dar a fin de prevenir que los celos predominen en la relación entre hermanos y hermanas son:

  • Hacer que los pequeños estén preparados para la llegada del bebé, usando un lenguaje entendible.
  • Explicarle que el bebé necesitará mucha ayuda, puesto que no sabrá hacer nada por su cuenta.
  • Mostrarle vídeos o fotos de cuando era bebé para enseñarle que antes estaba en esa misma situación.
  • Seguir la rutina de los niños tanto como sea posible.
  • Enseñarles cómo tratar al bebé y proponerles que colaboren en tareas simples.

Consejos para manejar apropiadamente los celos que se producen entre hermanos y hermanas

Si los celos no se manejan de forma apropiada, generarán conductas inadecuadas que afectarán la paz y la felicidad familiar. La gestión de esas emociones es especialmente delicada a edades muy tempranas, pero es posible obtener buenos resultados siguiendo estos consejos:

Validar la emoción

No se debe regañar ni castigar a los y las hijas por sentir celos, pues se trata de una reacción natural. La recomendación, al ver conductas derivadas de esa emoción, es hablar con los y las niñas. Hay que darles atención y normalizar dicho sentimiento, usando palabras de apoyo y de afecto.

También hay que pedirles que encuentren una solución o proponérsela, ya sea disculparse por lo que han hecho o arreglarlo. Por ejemplo, si ha roto algo, que lo recoja; si ha sido insultante, que pida perdón.

Ofrecer atención a nivel individual

Apartar tiempo para ofrecer atención a cada hijo o hija podría parecer contraproducente, pero es lo mejor. Esa organización fomentará un ambiente armonioso dentro del hogar para que los padres y madres fortalezcan los lazos con sus hijos.

Los bebés exigen tiempo y atención constante, pero los más mayores no deben sentirse desplazados. Así que es importante asegurarse de que todos los y las niñas sientan que se les da atención y cariño.

Mantener la serenidad en situaciones complejas

A veces pueden presentarse momentos difíciles. Un claro ejemplo de ello es cuando los y las niñas se pelean. Ante esas situaciones, es esencial conservar la calma para poder ofrecerles la debida orientación.

De esta manera, se les guiará para que tomen decisiones propias con tranquilidad. La clave reside en no intervenir abruptamente, ni usar juicios o etiquetas que afecten negativamente a los involucrados.

No comparar

Las comparaciones que se hacen con la intención de “promover un mejor comportamiento” son en realidad dañinas. Cada persona tiene una personalidad única, tiene su propio ritmo de aprendizaje, aspiraciones y necesidades emocionales.

Por lo tanto, colocar etiquetas o hacer comparaciones (incluso si la intención no es mala), afecta a quien se siente aludido. Estos podrían experimentar una baja de autoestima y un sentimiento de rencor que se quiere evitar entre hermanos y hermanas.

Poner límites

Poner límites ante la presencia de comportamientos violentos es fundamental para que estos no se agraven. Sin embargo, no se debe usar la violencia para frenar esas conductas. Pues indirectamente se transmitiría la idea de que es válido recurrir a la violencia.

El primer paso para limitar la agresividad, después de un comportamiento violento, es permitir que los y las pequeñas se expresen. Después, hay que explicarles de qué formas aceptables y efectivas se pueden resolver los conflictos.

De ese modo, sabrán cómo cambiar su manera de reaccionar ante problemas futuros. Si la conducta agresiva persiste, hay que considerar la opción de ir a terapia infantil. En esos casos, la ayuda de un especialista es la solución indicada.

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