No más carbón para los niños

Da igual quién y dónde comenzó con esta costumbre. Si fue Santa Claus, Papá Noel, Gaspar, Melchor y Baltasar, el Olentzero vasco o el Apalpador gallego. Es un error que debe desterrarse de una vez por todas de la tradición navideña porque solo tiene consecuencias negativas. Al relacionarnos con los niños, los adultos nos olvidamos con frecuencia de que la mentalidad de un crío nada tiene que ver con la de los mayores, según explica la psicóloga infantil María Lusarreta, del Colegio de Psicólogos de Bizkaia. Es imposible que un niño sea capaz de entender desde su mundo mágico un mensaje con semejante carga de pensamiento adulto. Hasta los 8 años, los críos no tienen desarrollada la capacidad de entender bromas irónicas, sarcasmos y dobles intenciones mucho menos, lecciones moralistas, explica la experta.


Intentar que un chaval cambie de actitud con un trozo de carbón en el zapato es, según compara la especialista, como creer que un trabajador mejorará su rendimiento con una suspensión de salario o un tensionamiento mantenido. No funciona. Al contrario. Esa forma de educar, en base a amenazas y castigos, propia de tiempos y generaciones pasadas, solo contribuye a crecer en el miedo. «Con mensajes así, estamos generando un trauma en el niño. Un menor educado en el miedo será un niño que tenderá a mentir muchísimo, derivar la responsabilidad de sus actos en otras personas. ¿Por qué? Porque lo que quiere es evitar la consecuencia», zanja la experta.


Fuente de enfermedad

El carbón de Navidad es, además, una brutal carga de azúcar con colorante, que desde el punto de vista nutricional no es que carezca de todo beneficio, sino que representa un claro perjuicio para la salud. Para comenzar, favorece la aparición de serios problemas dentales, según explica el médico nutricionista Javier Aranceta, presidente del Comité Científico de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria.
Daña la dentadura, favorece la formación de placa dental, sarro, manchas en los dientes… Sin olvidar, por supuesto, que el consumo abusivo de azúcar se relaciona con las enfermedades que más matan. Las cardiovasculares, el cáncer, la hipertensión, diabetes, obesidad… «El carbón es un símbolo vejatorio, un daño que se recuerda toda la vida. Lo ideal es reconocer el esfuerzo con premios y penar la mala conducta con algún regalo menos», aconseja el experto.


¿Más razones? La industria del carbón favorece el calentamiento global. Mal mensaje navideño para los niños en un planeta que lucha ya por sobrevivir. La educación en valores, como toda educación», subrayan los expertos, se transmite por hechos más que por palabras. La Navidad es un buen momento para mejorar todos, los padres y los hijos.

Fuente: Artículo de El Correo

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